Investigan posible contaminación en el Río Paraná por descarga de buques
El Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) investiga la posible contaminación en el río Paraná producto del agua de lastre que descargan los buques de ultramar. Luego de reiteradas denuncias recibidas, y con el acompañamiento de la organización El Paraná No Se Toca, desde el organismo tomaron una muestra de un barco que realizaba el procedimiento frente a la planta Vicentín de San Lorenzo y presentaron un pedido de información pública ambiental para que la autoridad de aplicación brinde detalles de ese caso específico.
“Tomamos una muestra en base a unas denuncias que recibimos; hicimos una medición de la conductividad del agua, para ver si era o no agua salada, pero está dudoso para nosotros si está o no dentro de los límites permitidos”, explicó a 11Noticias el director del observatorio, Matías de Bueno sobre este caso específico, ocurrido el pasado 27 de mayo.
En ese sentido, señaló que “ahora, junto a la asesora legal del Paraná No Se Toca, hicimos un pedido de informe a la Prefectura, que es la autoridad de aplicación en la materia”, y agregó: “Estamos esperando recibir ese informe, sobre la inspección al barco y la autorización o no del procedimiento de descarga del agua de lastre”.
“El agua es de mar, el tema es si se cumplió con los procedimientos, y para eso tiene que tener mayor cantidad de salinidad que 30 ppt (partes por mil)”, abundó De Bueno, y Agregó: “Si el agua tiene muy baja salinidad, quiere decir que se tomó cerca de algún sistema costero; si tienen alta salinidad quiere decir que se tomó más en la profundidad del océano, con lo cual carga con menor cantidad de organismos vivos”.
El abogado especialista en derecho ambiental remarcó que es frecuente que reciban denuncias por este tipo de procedimientos, y aclaró que “si se comprueba que no cumplieron con los procedimientos hay sanciones, principalmente multas”.
Agua de lastre y su procedimiento
El agua de lastre se carga en tanques ubicados en la parte inferior de un buque, para controlar el asiento, la escora, el calado, la estabilidad y los esfuerzos del buque. Generalmente los barcos lo hacen en su punto de partida, cuando salen sin cargas e incorporan el agua para una mejor navegación, líquido que luego evacúan previo a incorporar el cargamento.
De acuerdo a la normativa establecida, los barcos deben efectuar el cambio del agua de lastre a por lo menos 200 millas náuticas de la tierra más próxima y en aguas de 200 metros de profundidad como mínimo. Esto es para evitar introducir microorganismos extraños y dañar otros ecosistemas.
“Cuando cargan el agua que está cerca de las distintas costas, cargan agua en la que suben al barco distintos ecosistemas, microorganismos”, explicó De Bueno y recordó el caso de la “almeja dorada”, una especie de origen asiático que se extendió a distintas partes del mundo a través de la mala gestión del agua de lastre de los buques, ocasionando graves perjuicios en distintos ecosistemas, así como también en distintas actividades comerciales e industriales, por lo invasión que generaba.
Es por que cada barco que vaya a generar una descarga de este tipo sobre el río Paraná debe ser inspeccionado por la autoridad de aplicación, en este caso la Prefectura Naval Argentina, que debe medir la salinidad del agua mediante unos equipos especiales y autorizar o no el procedimiento. Precisamente tiene que ser agua muy salada, con la menor cantidad de microorganismos. En el caso del buque analizado frente a San Lorenzo, se espera la información oficial.
Cabe destacar que se prevé que para 2024 todos los buques de ultramar posean un sistema de filtrado para evitar este tipo de contaminación.