El Gobierno y los bonistas buscan acercan posiciones en la renegociación de la deuda
Con el objetivo de evitar la caída en default, el ministro de Economía, Martín Guzmán, comenzó esta mañana una serie de conversaciones con los representantes de los bonistas. La intención es reducir las diferencias que persisten entre el Gobierno y los acreedores, tras conocerse tres contrapropuestas efectuadas por los bonistas del exterior, y no se descarta que las gestiones puedan seguir después del 22 de mayo, nueva fecha tope para la adhesión al canje de deuda.
Fuentes del Gobierno aseguraron que tras la evaluación que realizó el presidente Alberto Fernández con el ministro Guzmán anoche en la Quinta Presidencial de las contrapropuestas, el ministro recibió todo el respaldo para encontrar soluciones que puedan acortar el camino y llegar a un acuerdo que abarque a la mayor cantidad de bonistas.
Una de las tres contraofertas que acercaron los principales grupos de acreedores “está lejos” de las aspiraciones del Ejecutivo, mientras que las otras aparecen levemente por encima de los parámetros de sostenibilidad establecidos por Guzmán y avalados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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La propuesta original de Economía contiene una quita del 62 por ciento de intereses, un 5,4 por ciento del capital y tres años de gracia, promoviendo por cada lámina de bonos de 100 dólares unos 32 dólares.
En cambio, los bonistas, entre las tres contrapropuestas presentadas, quieren un año de gracia y un valor por lámina de 100 de un mínimo de 55 dólares en algunos casos y otros de 60 dólares.
Uno de los principales desafíos, tanto para el Gobierno como para los acreedores, es llegar a una oferta que les cierre a los tres grupos de acreedores. “La negociación es compleja porque no todos los acreedores piden lo mismo”, indicó una fuente cercana al oficialismo. El Grupo de Bonistas del Canje posee bonos del último canje, con mejores protecciones legales, y se preocupó por remarcar las diferencias con fondos que adquirieron deuda durante el gobierno de Mauricio Macri. Y los grandes fondos ven con malos ojos el período de gracia que planteó el Gobierno.