Cómo fue la fuga de presos de la comisaría 5ª
La fuga de cinco presos de la comisaría 5ª que se registró el domingo a la noche en la cuadra de Italia al 2100 ocurrió cuando un cabo de cuarto se acercó a abrir la puerta del penal para buscar elementos de limpieza y un grupo de reclusos lo atacó con un palo de escoba.
Así lo reveló el mediodía de este lunes el jefe de policía de Rosario, Daniel Acosta, quien atribuyó esta segunda evasión en menos de un mes a la sobrepoblación del penal. En un espacio que consta de dos celdas con capacidad para 24 personas se hacinaban 55.
El número revela que no variaron demasiado las condiciones de saturación desde que el 20 de mayo escaparan once internos tras limar barrotes del patio, trepar a los techos del centro de manzana y ganar la calle desde una cochera que da a calle Riobamba.
Entonces eran cerca de 70 las personas alojadas en la sede policial de barrio Abasto, prevista como un espacio de alojamiento transitorio y luego de que se anunciara el traslado de presos desde calabozos policiales a cárceles que dependen del Servicio Penitenciario.
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En esa ocasión, cuatro suboficiales fueron sumariados y terminaron con una causa penal abierta por la fuga de los once presos, de los cuales seis fueron recapturados y los cinco restantes permanecen prófugos. Esta vez, según explicó Acosta en una conferencia de prensa realizada en la puerta de la seccional, la mecánica fue distinta. La evasión no ocurrió en el silencio de la madrugada ni hubo barrotes limados, sino que un grupo de presos redujo a un uniformado que se acercó a la puerta de una celda para buscar un escobillón.
“Cuando abre la puerta es arrebatado por uno de los internos que lo agrede con un palo, seguido por otra cantidad de detenidos por detrás. Iba a retirar elementos de limpieza y un escobillón y con uno de esos elementos lo sorprenden. Tiene un golpe en el pecho y el rostro”, explicó. Tras la agresión, un grupo de cinco personas logró ganar la calle, según refirió el jefe policial, mientras el cabo de cuarto golpeado pedía refuerzos a sus compañeros. En total eran ocho los empleados que se encontraban en la dependencia a esa hora. Así fue que, en medio de un forcejeo, los policías lograron “asegurar la puerta para evitar que la totalidad de los detenidos salgan”.
Quienes lograron escurrirse del encierro no encararon a la vereda sino que corrieron hacia las paredes del fondo de la comisaría y, una vez más, treparon por los techos vecinos buscando la calle. “Desde el primer momento sabíamos que eran cinco los evadidos y fueron recapturados cuatro de ellos. La recaptura fue rápida dado que tenemos muchas unidades en la calle. Creo que todo el mundo ve que hay más presencia policial”, remarcó Acosta.
Según el jefe policial, ese resultado se logró porque “una de las empleadas policiales que estaba de oficial de guardia corrió, solicitó apoyo vía radial y la cantidad de móviles en la zona hizo una rápida respuesta. Todos fueron aprehendidos a no más de quince cuadras a la redonda”. A raíz de la fuga no sólo se inició una investigación penal sino también de carácter administrativo para evaluar eventuales responsabilidades o imprudencias del personal.
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