Rosario

Se desarrolló la audiencia pública sobre nocturnidad

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el recinto de sesiones del Concejo Municipal fue la sede de la audiencia pública sobre la modificación de la ordenanza Nº 7.218 respecto a eventos y espectáculos públicos.

Presidió la reunión, en un recinto colmado de vecinos, la presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Schmuck, a quien acompañaron en el estrado la presidenta de la comisión de Gobierno, Julia Eva Irigoitia, del bloque Justicialista, y la edila María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, quien propuso la realización de la audiencia pública.

Al dar la bienvenida la presidenta del Concejo, Schmuck, destacó la intención de “escucharlos y escucharlas” y a partir de ello “contar con un insumo fundamental” para los ediles.

Destacó la transmisión de la audiencia vía streaming, que quedará grabado y también resaltó la importancia de tener “a todos los actores juntos, en un mismo lugar, la casa de todos los rosarinos”, más allá “de reuniones formales e informales” que hayan mantenido los ediles.

De inmediato quien estuvo a cargo de la coordinación del debate, el director de relaciones institucionales del Concejo, Guillermo Lacroix, precisó los lineamientos del mismo, y respecto al tiempo con que contó cada expositor, 5 minutos.

Los expositores

Abrió la reunión Joaquín Parcel, dedicado a la gastronomía y organización de eventos, quien dijo que “así no va más” respecto a la noche en la ciudad, para señalar que “era divertida y alegre día y noche” y consideró que debe ser “la punta de lanza para más cambios”.

Entre otros aspectos defendió la existencia de las islas callejeras en locales gastronómicos.

Por su parte Joaquín Carvalho, señaló que “cualquier debate debe darse de cara a la ciudadanía” para precisar que “no es una discusión menor” y “en buena hora que llegó”.

Planteó que venía a exponer “desde el lugar del ciudadano, del consumidor”. Asimismo mencionó que “este espacio tiene que seguir manteniéndose, dado que es un gran avance”.

Guillermo Puyó, comerciante de los rubros, confiterías, bares y restaurantes, marcó que “celebro el momento de discutir”, para considerar que se lo saca de la marginalidad.

Mencionó que “todos trabajamos en la semana y hay cada vez menos espacios de diversión”. Sostuvo que “tengo bastante tiempo en esto y es la primera vez que estamos tan cerca” de una modificación de la normativa.

Indicó que “hay personas con miedo a invertir”, por lo que planteó la necesidad de “levantar la vara”. Por último sostuvo que “las personas necesitan salir, distraerse”.

A su turno Sebastián Matheus, arquitecto y gestor cultural, mencionó que “el esparcimiento tiene que ver con la cultura, hace a la identidad ciudadana”

Planteó que “el tema de los 300 metros cuadrados es un tema arbitrario. Sólo contempla a las grandes empresas, no a las pequeñas y medianas empresas (pymes), y minipymes, empresas familiares. No se puede sin espacios chicos. Tiene que ser plural e inclusiva” para marcar que “no ser inclusiva es dejar afuera a un montón de gente”.

Finalmente dijo que “es preferible más gente en la calle a todo horario y no más efectivos policiales”.

Una vecina de Montevideo e Italia, Roxana Huergo, dijo que vive en esa intersección hace más de 30 años y que hace más de 20 que bajo su propiedad hay locales gastronómicos “de todo tipo, bares, restaurantes, con los ruidos molestos y los olores”.

Acotó que “de martes a domingos hay 150 personas en la vereda y otros 150 adentro”. Destacó que “hice todo tipo de denuncias” y pidió “poder llegar a un acuerdo para poder convivir”.

Fue luego el turno de Sergio Spagnolo, empresario, quien recordó que “la ordenanza Nº 7.218, puso blanco sobre negro” para recordar que en ese momento en el micro y macrocentro de la ciudad había entre 25 y 30 boliches.

Mencionó que había sido un “defensor de la 7.218, una ordenanza que establecía una de las mejores nocturnidades del país, hoy es momento de cambiar” para plantear “cuatro ejes: jóvenes, empresarios, Estado y vecinos”.

Estimó que “hoy se está equilibrado, a pesar de la gran crisis económica y la crisis de seguridad inédita”.

Sobre las fiestas clandestinas pidió “aplicar el protocolo que implementó un gran gobernador, Miguel Lifschitz. A partir de eso se terminaron las fiestas clandestinas”.

Cipriano Ramezón, de Distrito 7, dijo que “se habla mucho de locales gastronómicos, pero no de centros culturales, que es el motor de la cultura de la ciudad”.

Planteó que “siempre se fomentó la cultura, hoy no se está viendo esa ciudad. No se fomenta a los espectáculos autogestivos. Nos quedamos cortos con los artistas locales” y pidió “pensar la ciudad en su integralidad” y en ello incluyó a “la seguridad y el transporte”.

Otros oradores

Carlos Mellano, representante de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario, estimó que “en un primer análisis” sobre la normativa en discusión “es bueno” y resaltó la necesidad de la modificación a 20 años de la ordenanza actualmente vigente.

Pidió que fuera “taxativa” en cuanto a qué deben inspeccionar quienes controlan, dado que “la discrecionalidades un detalle no menor”. Asimismo requirió que las denuncias que se presenten no sean anónimas, que se sepa quién las formula.

De igual modo consignó la necesidad que “las habilitaciones que duran 5 ó 10 años, se renueven automáticamente”.

Más adelante Paula Sánchez Herrero, presidenta de la Vecinal Ernesto Sábato, de la zona céntrica, y sostuvo preocupación “porque no haya actividad en el centro” pero sostuvo que “no hay seguridad y los bares cierran a las 19”.

Hizo luego referencia al tema de los decibeles, y en tal sentido dijo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 100 y 104, “pero a partir de los 15 minutos ya no es seguro”.

También aludió al caso de la ciudad de Mar del Plata que en la zona de Playa Grande concentra los lugares de diversión nocturna, para plantear la necesidad de “polos de nocturnidad”. Requirió se “legisle con coherencia” para finalmente sostener que “o ponen la diversión en el centro y mudan a los vecinos”.

Un vecino de la zona de San Juan y Dorrego, Gustavo Güeglio, dijo que hace 30 años que convive con un lugar de diversión, “donde defecan, orinan, hay tiros, mataron al hijo de un ex concejal (Eduardo Trasante)”.

Dijo que ante esto “vuelvan a poner fábricas de sodo, de rulemanes” . Consideró que “el reglamento de oposición es una vergüenza” para finalizar dijo que “cuando entran parece la fila de un templo evangélico y cuando salen son el diablo”.

Marcos Quesada, vecino de Pichincha, dijo que vive en Alvear entre Brown y Güemes y que en su cuadra “hay 6, 7 bares y un boliche al lado”. “Yo sigo sin dormir. No quiero que se vayan, sino convivir”, planteó.

Dijo que frente a su domicilio hay una isla de un comercio. “No se puede vivir así”, enfatizó.

También denunció que “ya sacaron 3 árboles, pero que no le importa a nadie”.

Omar Navone, de una confitería bailable, sostuvo que “es un sector que está muy golpeado” para estimar que “la noche está ordenada”.

Sostuvo que “una confitería bailable es fuente de trabajo y de alegría”.

Gustavo Fernández, titular de tres espacios bailables y un bar cultural, destacó la “baja de la noche por la crisis económica” para pedir para la zona de Pichincha y el centro “mayor presencia policial”.

Reclamó “poder seguir trabajando y abrir espacios nuevos” para pedir que “se tenga consideración por los espacios menores a 300 metros cuadrados”. Destacó asimismo la “instancia superadora de la mediación.

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Cadena OH! · María Eugenia Shmuck

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