El psicólogo de Central: “No hay que saturar al jugador”
En épocas de confinamiento el razonamiento más rápido, más directo, lleva a pensar que los trabajos psicológicos podrían ganar terreno, copar la parada, como suele decirse en el mundo del fútbol. Santiago López, psicólogo del plantel de Rosario Central, habló del “impacto global” que significó el aislamiento, pero advirtió que uno de los peores errores que se pueden cometer, esencialmente en grupos con los que le toca trabajar, es el hostigamiento, por eso fue claro en su concepto respecto de que “lo importante es no saturar al jugador”. En una extensa charla con Ovación, el profesional habló de que “no sirve insistirle a un futbolista para que hable si no quiere hacerlo” y que machacar con eso podría resultar “contraproducente”.
¿Cómo era tu trabajo antes de la pandemia y cómo es ahora?
El trabajo normal tiene varios ribetes. Por un lado está el seguimiento más socio-afectivo del plantel, tanto de los jugadores como del cuerpo técnico. Lo que se hace es una especie de lectura de cuál es el estado del grupo, cómo se van dando las relaciones, cómo llegan los mensajes del cuerpo técnico y cómo lo interpretan los jugadores. Se arma un contexto que sea el más favorable posible para después desplegar los trabajos físicos y tácticos. Dentro del armado de ese contexto están las evaluaciones individuales, porque por ahí aparece algo que no tiene que ver con el fútbol y obstaculiza el trabajo deportivo. Quizá un jugador más joven necesita afianzarse en primera y buscamos las estrategias para que eso suceda.
¿Cuando llegó el confinamiento tuviste que trabajar más o igual?
En ese primer plazo de quince días se trató de hacer una especie de seguimiento de cómo lo había tomado el plantel en general y algunos jugadores en particular. El tema pasa por no saturar a los jugadores. Si yo lo llamo para ver cómo está, si lo llama el preparador físico, el técnico, el médico, un kinesiólogo, la nutricionista, llega un punto en el que el jugador se satura. Establecimos hablar con algunos jugadores puntuales por distintos criterios que tomamos, alguno porque venía recuperándose de una lesión, otro porque es joven y para que no se desmotive. Tratamos de repartir quién habla con cada uno. Después, la labor con el cuerpo técnico es ir pensando cómo va a ser la vuelta y cuál será el mensaje de ellos como cuerpo técnico. En ese terreno los jugadores están como muy frágiles, porque les podés generar un nivel alto de frustración si les asegurás que dentro de 15 días vuelven, pero también es un momento para no perder la planificación. Intentamos no fastidiarlos pero queremos dejarles en claro que uno está ahí.
Entonces no es que tenés la obligación del llamado diario y de estarles encima de manera cotidiana.
No pasa por ahí la cuestión, porque sería imposible y contraproducente en el sentido de que si uno lo que quiere hacer es acompañar en este proceso, el otro te tiene que buscar. No me serviría llamar a un jugador e insistirle para que hable si no quiere. La función del psicólogo tiene ese doble filo, uno no puede laburar si el otro no quiere laburar con uno. Acá lo importante es no perder el contacto humano. Es estar y contener cuando se necesita. Por ahí se pierde la cotidianidad, pero lo que no se debe perder es el trabajo de grupo.
¿Tuvieron alguna charla grupal, algo preestablecido como para marcar pautas o hablar temas en particular?
Yo nunca trabajé de manera grupal, ni antes de la pandemia ni ahora, porque me parece que la cuestión grupal merece ser trabajada en determinada circunstancias. Desde el área psicológica no tuvimos encuentros grupales de manera virtual.
¿Te pasó que alguien del cuerpo técnico te haya dicho que llamaras a tal o cual jugador porque lo habían notado bajoneado, triste?
Hay algo que está bueno que se conozca y es que la psicología en el deporte no está organizada ni tiene el formato de lo que sería la psicología clínica, entonces cuando hablamos de la comunicación, lo que me gusta es generar una comunicación con lo que llamo un interlocutor válido. Si hay un jugador que tiene una relación mucho más avanzada con el técnico o con algún ayudante, en determinadas situaciones es preferible que hable esa persona. Si un jugador no quiere hablar conmigo por equis motivos no tiene sentido que lo haga. Incluso puede llegar a hablar con un compañero. Lo bueno es que se puedan generar esos espacios de comunicación. Me ha pasado que me dijeron de hablar con alguien en particular pero por ahí por cuestiones que tienen que ver con la motivación, para sostener un rendimiento deportivo.
¿En líneas generales cómo viven este parate los jugadores, es asimilable a alguna situación particular, de lesiones por ejemplo?
Lo primero que tenemos que hacer es pensar esto como un impacto global, como un hecho inédito en la historia de la humanidad y los jugadores son seres humanos que van a estar atravesados por todo eso. Trato de que cuando aparece alguna situación que se relaciona con la angustia, primero se acuse el golpe, y esto es un golpe.
No nos podemos hacer los tontos porque esto es un golpe para todos. Salvo por una lesión, jamás un jugador tuvo un parate tan largo, por eso hay cierta frustración en el futbolista que quiere volver porque es su actividad, lo que quiere hacer. Está el jugador que se enoja, se fastidia o se frustra y otro que, si bien acá en Central no pasó nada de eso, se siente golpeado en una dimensión más subjetiva. Algo saludable que está pasando en esto es el hecho que algunos jugadores van explorando y encontrando otras facetas como la lectura, el aprendizaje de algún instrumento musical, el estudio, la cocina.
¿Es la misma esta situación para una persona que va a trabajar pero que lo hace de manera más sedentaria, que un jugador que esta acostumbrado a la descarga física permanente?
La clave a esa respuesta está en eso que vos marcás sobre cuál es el lugar de trabajo. El jugador hace un uso del cuerpo que un oficinista o alguien que trabaje en un marco más sedentario no lo tiene. El uso del cuerpo, sobre todo para un deportista, es una fuente de placer. De alguna manera es como volver a ser libres. Hay muchos circuitos neuronales que están ligados a esa fuente de placer. Así como en este tiempo pasa más tiempo con la familia, también ese placer físico hoy no está.
¿El jugador más joven lo puede vivir de una forma diferente al que ya está casado y con hijos o depende de la personalidad?
Siempre va a depender de la personalidad de cada uno. Acá la primera preocupación son los seres queridos. El jugador joven va a estar preocupado por los padres por ejemplo y el más grande por los padres y por los hijos. Después, una cosa es cómo proyecta su carrera un jugador que pasó los 30 años y cómo lo hace un pibe de menos de 20.
¿A los jugadores se les habla de que esto va para largo y que el fútbol volvería recién en septiembre quizá para contrarrestar la ansiedad?
Mirá, hoy la información está al alcance de todo el mundo y que uno le diga al jugador “che, esto va para largo” es lo de menos, porque el futbolista ya lo sabe porque está informado. Lo importante es volver a aquellas cosas más básicas, al “¿cómo estás, cómo te sentís?”.
¿Y a todo este tiempo algún jugador lo puede utilizar para tomar decisiones sobre su carrera?
No en Central, pero conozco deportistas que analizan ciertas cuestiones, las piensan con detenimiento y esperan tomar decisiones. Hoy pueden utilizar ese tiempo para encontrarse y pensar sobre algunos aspectos de su vida sin estar a las corridas.
Dijiste que la vuelta a los entrenamientos será dura, ¿esto puede dejar algún tipo de secuelas desde lo emocional, desde la personalidad?
Es algo que no te lo podría anticipar, sobre si habrá algo de alto impacto, sí hay un montón de cosas más pequeñas que podemos empezar a suponer que ellos verán como afectadas. Por ejemplo, se vuelve a entrenamientos con un grupo reducido y con eso ya perdés un montón de cosas. Primero, no recuperás la cotidianidad de lleno, sino una parte, y eso afecta también a los liderazgos, porque supongamos que se agrupan por líneas y capaz que los líderes en un equipo son el arquero, un defensor y un delantero. Se pueden perder algunos elementos socio-afectivos y el jugador se tendrá que ir acostumbrando a eso. El primer gran impacto, en el área que me compete, va a ser en ese tejido más social del grupo y por ende más psicológico e individual.
Fuente: La Capital